Existe una diferencia enorme entre las personas que viven por vivir y aquellas que asignan propósitos a cada día...
Cuando no estamos atentos a los detalles de nuestra vida y no hacemos una examinación de nuestros actos, podemos dejar pasar mucho tiempo sin encontrar un progreso significativo. Levantarse como todos los días, desayunar y tomar una ducha para ir a trabajar o a estudiar o quedarse en casa y hacer la rutina de cada día. Después de mucho tiempo podemos perder de vista el objetivo que nos motiva a vivir de la forma en que lo venimos haciendo desde hace tiempo. Vivir por vivir y actuar de forma mecánica dentro de una rutina que ha perdido el sentido.
Cuando la rutina ha perdido su significado, vale la pena detenerse a reflexionar sobre lo que se hace y por qué se hace. Es sorprendente darse cuenta del gran sinsentido que se puede encontrar en las múltiples actividades que desempeñamos a lo largo del día. Y en este punto es importante reasignar un objetivo ó un propósito a cada cosa. A pesar de que levantarse, desayunar, tomar una ducha y cumplir con las obligaciones tiene sentido porque se trata de nuestro trabajo o nuestros estudios, etc. Es muy importante repasar mentalmente, no sólo el sentido, sino el propósito de nuestras acciones, de otra forma se pueden tornar más abrumadoras de lo que son.
Actuar con propósito tiene que ver con lo importante, con lo superficial y prácticamente con todo lo que hacemos a lo largo del día: elegir usar un par de zapatos en lugar de otro porque hoy vas a asistir a una reunión importante, elegir un desayuno y no otro, porque sabes que hoy comerás más tarde, elegir un color de camisa/blusa en lugar de otro, con un propósito en particular (quizá para transmitir mayor autoridad o afabilidad). Actuar con un propósito te va a dar resultados, en tanto que actuar de forma mecánica no va a generar más que consecuencias, sólo por el hecho de que al actuar con un propósito esperas que haya un resultado con base en el propósito mismo, mientras que actuar sin un objetivo no te hace pensar en si lo has conseguido o no. Y si hablamos de “lo importante” como las palabras que usamos al comunicarnos con las personas, o bien las decisiones que tomamos en el trabajo, como por ejemplo un profesor que les deja a los alumnos una actividad para desarrollar en clase, pero que no tiene ningún objetivo y al terminarla, los alumnos no perciben ningún sentido (porque no lo hay de antemano) en dicha tarea, nos damos cuenta de la importancia que tiene el asignar un propósito a cada una de las acciones que cometemos.
Actuar con propòsito respalda las acciones y da sentido a lo que hacemos, también nos da una sensación de satisfacción cuando vemos que los propósitos se han cumplido; nos invita a involucrarnos y re conectarnos con la vida y la experiencia de despertar cada día, por lo que la sensación de vacío se ve reducida de forma considerable y ayuda a modificar positivamente nuestra conducta, nuestro carácter y la forma en la que percibimos la vida; bajo un propósito nos percatamos hacia dónde van invertidos los esfuerzos que hacemos cada día. Actuar sin sentido puede ser desgastante y generar consecuencias no deseadas en los diferentes ámbitos en los que nos desarrollamos. Este artículo también tiene un propósito y pertenece a un blog que obedece a un propósito que tiene que ver con el desarrollo personal y de la comunidad.
Sin un propósito, las cosas parecen no tener sentido y resulta más difícil llevarlas a cabo; sin un propósito se comienza a actuar de forma mecánica y el azar gobierna nuestra vida, pues no sabemos en dónde estamos ni hacia dónde nos dirigimos.
¿Has vivido días sin propósito?
Al Jaguar
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