LA GESTIÓN DE LOS FAVORES
(Especial 5k lectores)
No todos los favores son altruistas; a veces hay que saber gestionar los favores y su deuda, ya que pagar y cobrar favores también es un arte...
En la primera parte de este especial se habló de la perspectiva de hacer favores y todo lo que ello conlleva y en la segunda parte abordamos el hacer favores como un arte que tiene muchos más beneficios y aristas de las que se pueden apreciar a simple vista. En esta tercera y última parte, hablaremos sobre la gestión de los favores pero ¿A qué nos referimos con la gestión de favores? Pues bien, se trata de saber hacer, cobrar y pagar favores adecuadamente, ya que no solamente se trata de un acto altruista, sino también de una dinámica social estratégica que es parte de la vida cotidiana y que por lo tanto conviene saber cómo funciona. Hacerle un favor o deberle un favor a alguien puede resultar toda una experiencia. No todos los favores son tan simples y algunos sí que requieren de poner en acto más de un par de neuronas, un par de contactos y algunas llamadas. Hay favores que nos comprometen mucho, ya sea por lo que implican o por el simple hecho de aceptarlos o también, hasta de negarnos a hacerlo. Hay personas que son muy nobles y siempre están dispuestos a ayudar. creo que todos hemos conocido a alguien así y hemos recibido su ayuda de forma desinteresada. Ojalá haya más personas así, sin embargo, también hay personas que no dudarán en cobrarte los favores que “les debes”. Dijimos que una de las cualidades del favor es que tiene que ser solicitado, de lo contrario no es un favor, sino una ayuda que uno se ofreció a dar de forma voluntaria. Ante este hecho hay personas que interpretan esto de una forma que no era la esperada, por ejemplo algo que comenzó como un favor,se convierte luego en una obligación. Los favores también tienen su contraparte, la cual es posible evitar o gestionar de una forma eficiente, tomando en cuenta los puntos y conceptos presentados a continuación:
El favor es deuda, y la deuda es poder: hay personas que saben muy bien este concepto y saben utilizarlo muy bien. Ya hablamos de los favores menos comprometedores y de la importancia que tiene la ayuda para la vida en sociedad, pero es verdad que en muchas ocasiones es como ir al banco a solicitar un préstamo: uno sabe que va a contraer una deuda importante y que va a tener que pagar y con intereses.
Este concepto tiene dos caras, pues por un lado podemos encontrarnos del lado del deudor y quedar al pendiente del momento y la forma en que dicha deuda va a ser cobrada, entonces será momento, según el caso, de reaccionar adecuadamente ante dicha deuda y en serio... ¡Es importante pagarla!. Pero por otro lado, también hay ocasiones en las que nos encontramos del lado del que ha generado una deuda en una o varias personas y va a depender de nuestra habilidad para poder ejercer dicho “poder”. La sugerencia siempre es emplear el buen criterio, la buena inclinación, la sabiduría y la responsabilidad, como lo hizo el mismísimo personaje del Padrino, Don Vito Corleone (me gusta citar este personaje, porque hay otros que ya son muy violentos y este pertenece a la vieja guardia en la que la palabra valía oro, pero muchos otros también tienen en mente al protagonista de la serie “House of Cards” Francis Underwood, quien según la serie, resulta ser un ejemplo perfecto sobre cómo gestionar los favores en el mundo de la política en los Estados Unidos).
Muchas personas, ya sea por su profesión o su formación, se vuelven verdaderos especialistas en la gestión de los favores; es un concepto tan importante, que cuando supera los límites se convierte en un delito llamado “tráfico de influencias” y en nuestro país (México) se persigue y es penado, o al menos así lo dice La Ley de la Función Pública de acuerdo con La Convención de las Naciones Unidas en su Ley No.Nº 2.535/2005 que aprueba el siguiente decreto:
Decreto Nº 10.143 del 28 de noviembre de 2012 “Por el cual se aprueba el Código de Ética del Poder Ejecutivo que establece la vigencia de un Sistema de Gestión Ética en base a valores y normas que deben regir y orientar la conducta de las autoridades y los servidores públicos
Para quienes ejercen cargos dentro de la función pública. Pero nosotros estamos hablando a niveles del rol que desempeñamos en nuestra sociedad y naturalmente no tenemos la misma actividad que desempeñaba el personaje Francis Underwood ni mucho menos el de Don Corleone, sin embargo también vivimos en sociedad y también convivimos con personas de todo tipo y es que cada cabeza es un mundo y hay que reconocer que a veces uno se acerca inocentemente a solicitar la ayuda de alguien a quien después resulta que le debemos casi hasta la vida. También hay que tomar en cuenta que cada uno de nosotros vive con cierta dosis de política en su ambiente de desarrollo. Hay muchos ejemplos en las oficinas, en las escuelas, hospitales. A veces en un piso de hospital hay un electrocardiograma y lo ocupan en otro piso al que no fue asignado y hay que ir a pedirlo como un favor, pero a cambio hay que dar algo: jeringas, gasas, que en el piso del electro ya se terminaron. Suena de locos, pero hay dos mundos… el que nos contaron cuando éramos chiquillos y el que en realidad es. Para muchos la deuda es poder y saben utilizarlo muy a su favor y ppr ello vale la pena analizar cómo opera y se desarrolla tal situación.
Saber cobrar favores: de inicio, este concepto puede sonar egoísta y algo mezquino y no dudo que haya contextos en donde lo es. Pero también vamos a hablar de esos casos en los que has brindado ayuda en más de una ocasión, ahora te encuentras del otro lado de la moneda y hay personas que “te deben una” y además de no haber recibido ni las gracias, resulta que cuando tu necesitas algo, que además era muy sencillo de cumplir, recibiste negativas por parte de la misma persona a la que ayudaste. Y por si fuera poco, se puede dar el caso en el que por lo general eres de las personas que intentan resolver sus problemas por cuenta propia para no generar molestias a los demás, pero en esta ocasión de veras necesitas una mano y resulta que nadie te brinda ayuda. Es por ello que también es válido adquirir el concepto del cobro, o por lo menos de poner manos a la obra respecto a la situación. Quisiera reiterar que ante todo debemos ayudar a las personas y que al hacerlo y que existe la posibilidad de recibir algo de ingratitud y que a nosotros no nos ayuden cuando lo necesitemos y es tambiñen muy bueno brindar ayuda sin esperar nada a cambio, o sea altruismo y voluntariado. Pero también hay que saber hacer valer nuestra necesidad y darle la importancia que requiere.
Ser observadores: Si nos tomamos el tiempo de callar más de lo que hablamos y observar la conducta de las personas, podremos anticiparnos al grado de gratitud al que están predispuestos, pero sobre todo el grado de lealtad que tienen coo personas. Hay personas que al terminar una llamada o al despedirse en general, siempre agregan una frase como: “¡Cualquier cosa, me echas un grito!”.
Me considero del tipo de persona que intenta resolver por sí mismo, pero en una ocasión realmente necesitaba ayuda. De esas ocasiones en las que te quedas sin dinero, estás en medio de la nada y por alguna razón has extraviado las llaves del coche, la verdad es que la situación no la recuerdo porque fue hace muchos años, pero sí recuerdo haberle llamado a un amigo al que he acompañado en las buenas y en las malas (y vaya que le ha ido mal) y al solicitarle ayuda, resulta que no fue posible. Y bueno a todos nos pasa y las personas no siempre pueden o no siempre está en sus manos. Ya lo hablamos en la primera parte de este especial, sin embargo, me percate que al despedirnos en la llamada me dijo lo de siempre: “¡Cualquier cosa, me llamas!” y bueno la verdad es que no pude aguantarme y le dije “¡Si, es lo que acabo de hacer¡”. En ese momento tartamudeó un poco y dijo “¡Si, si es cierto, bueno… nos vemos después!” y la llamada finalizó. La verdad es que comencé a observar que era una conducta recurrente y caí en la cuenta de que el motico por el que no suele brindar ayuda en su caso particular es porque jamás está dispuesto a renunciar a su comodidad, la cual está por sobre todas las cosas, aunque jamás duda en pedir ayuda (y que a veces no son favores sencillos) y notñe tambiñen que siempre al finalizar la llamada, se despide con la misma frase, la cual a decir verdad ha perdido todo sentido: “¡Cualquier cosa, me llamas!”.
Hay que ser muy hábil para cobrar las deudas, y eso sólo en el caso que sea realmente indispensable, o bien cuando se trata de personas cuya relación es meramente política o comercial o en la que hacer y cobrar favores es la base de la convivencia. De lo contrario, lo pertinente es no esperar nada a cambio y en el caso de que persista el apoyo de tu parte a personas que lo solicitan y que posteriormente persiste su negativa para ayudarte a ti, pues la solución queda en el criterio de cada quien, pero a conciencia. A veces es bueno ignorar, en tanto que a veces es mejor cortar el suministro de ayuda-
Para dar contrapeso a la triste historia, les contaré sobre otro caso: teng otro amigo de muchos años con el que he pasado por muchas experiencias, buenas y las llamadas “malas”; sin duda ha habido ocasiones en las que he tenido que dar la cara por èl ante situaciones complicadas, que ya les revelaré un día, y no todas las veces que le he podido dar apoyo ha sido fácil y por supuesto se han empleado medios y recursos, tiempo y esfuerzo para llevar a cabo dichos favores, y a pesar de que no siempre lo he hecho de buena gana, la verdad debo de reconocer que él también me ha dado un apoyo enorme en más de una ocasión. Quizá debería anotar un día las veces en las que pueda recordar el apoyo y favores que hemos recibido mutuamente, estoy totalmente seguro de que la lista se haría extensa. Como dije, quizá en su momento no ha sido fácil y no siempre ha sido de buena gana, pero además de tenerle un gran aprecio, también estoy en deuda con él, dado el apoyo que me ha brindado. En otros casos, se trata de personas que han sabido estar y hacerse presentes de forma estratégica, pues saben que tarde o temprano podría presentarse la penosa necesidad de recurrir a algún favor que estuviera en mis manos, sin embargo se toman el tiempo de mandar algún saludo ocasional, aunque decidan finalmente no ser amigos tan cercanos.
No es mi nicho profesional, pues no me dedico a la política, sin embargo todos tenemos una dosis de ella en nuestra vida. Y el cobro de favores también tiene sus puntos a contemplar:
El tipo de favor: cuando nos encontramos en la dinámica de favor por favor, es importante saber el nivel de favor que estamos solicitando, o que nos están solicitando, pues así va a ser el tamaño de la deuda que se contraiga. Ya hablamos de esos favores que caen a nosotros justo cuando más los necesitamos y que es cuando más los agradecemos al ocurrir. Pues en el caso de favor por favor, es decir, cuando se sabe que va a ser una deuda, es importante tomar en cuenta el nivel de compromiso que se adquiere. No es lo mismo pedir un coche prestado por un fin de semana, que pedirle que te pase una tarea o que se convierta en tu aval para un préstamo con el banco.
La claridad ante un favor; cuando es una cuestión profesional o hay una intención de emplear el favor como un instrumento de negociación, entonces es necesario aclarar de antemano cualquier malentendido o en otras palabras; ¡Te haré un favor y me lo vas a pagar más adelante! Quizá no uno que es tan inocente no ha comprendido que “las gracias” no van a ser suficientes, pues no estamos hablando en este caso de favores cualquiera, sino del del favor como acto “político” y saber que quien va a brindarlo no dudará en emplear la gestión del mismo “a su favor”, valga la redundancia. Por eso es bueno ser claros, ya sea que nos encontremos de uno u otro lado de la moneda, que en esta ocasión se va a tratar de un favor del que esperaremos un provecho a futuro. Este concepto resulta ser muy útil cuando uno ve por los intereses de un grupo, de un equipo de trabajo, una comunidad o en beneficio de la propia familia.
No todos los favores se cobran: el concepto suena muy bien para los casos de favores altruistas y sin importancia, pero suena extraño para esos casos en los que uno querrá gestionar el favor. Sin embargo, hay casos en los que es mejor que la deuda permanezca, pues es en sí misma es la mejor retribución, ya que a partir de ella se genera una dinámica más provechosa que cuando la deuda no existe o después de que ya ha sido saldada: una vez una señora, una vecina de donde antes vivía, me platicó que su esposo se había quedado desempleado y que estaban atravesando por una crisis económica que le avergonzaba mucho. Finalmente ocurrió… la señora me pidió dinero prestado, pero cabe destacar que esa señora era del tipo de vecina que tenía problemas con todos los vecino, discutía y se quejaba de las mascotas de los otros o de los niños que hacía ruido al jugar. Me contó que estaba consciente de que no muchos vecinos estaban dispuestos a ayudarla y que por el contrario, algunos hasta lo veían como un ajuste de cuentas con el karma (no me lo dijo así, pero si me insinuó que de alguna forma disfrutaban verla en esa situación, cosa que no creo, pero es que la gente a veces somos algo... peculiares), pues finalmente, aunque conmigo no hubo jamás un problema severo, como con otros vecinos, accedí a prestarle el dinero que me pidió. No era una cantidad disparatada y todos nos enteramos de los problemas por los que estaba pasando su marido, por lo que estaba seguro que iba a emplearlo para salir adelante esa semana con algunos gastos. Después de ese favor, ella cambió mucho conmigo, aunque seguía siendo algo especial con los demás, conmigo y con mi familia era afable; luego de unos meses, su marido pudo pagarme el pequeño préstamo y ella volvió a una situación de indiferencia; todo parecía indicar que mientras tenía una deuda conmigo, algo en su mente la hacía ser amable. Al cabo de un tiempo, volvió a pedirme una cantidad similar y por las mismas razones y nuevamente le presté dinero, pero esta vez hice menos por recuperar la deuda, porque definitivamente era más accesible cuando sentía que me debía algo. Cada caso va a ser único, pero ese era un favor, cuya deuda resultaba mejor no cobrar. Imagina cómo podría funcionar este principio en una situación de mayor importancia.
Las deudas tienen fecha de caducidad: es bueno saber cuándo es momento de cobrar un favor, porque después de un tiempo, el sentimiento de deuda desaparece. Salvo en los casos en los que tus contactos saben que tarde o temprano vas o van a cobrar un favor que se adeuda explícitamente, en condiciones normales, la sensación de gratitud y deuda son eso mismo, una sensación y como tal tiende a desaparecer con el paso del tiempo. La sensación prevalece de acuerdo al nivel o tendencia a la gratitud que tenga una persona y en definitiva también tendrá mucho que ver con su sentido de responsabilidad y con la valía que le otorgue a su palabra: hay personas que después de unos días olvidan que les has ayudado a salir de un problema, en tanto que otras tienen un alto sentido de honor y podrían pasar años y seguirán recordando que un día tú hiciste algo bueno por ellos. Pero hay que tomar en cuenta que los favores y su sensación de deuda, en general, tienen fecha de caducidad al cabo de mayor o menor tiempo y que de ser necesario o sólo en casos necesarios, es importante aprender a cobrar el favor. Los favores, vistos bajo esa perspectiva de gestión, son más bien dinámicos y lo recomendable es no dejar pasar mucho tiempo para solicitar la vuelta. ¿Te imaginas que un dia se presentara a ti una persona a la que hace diez años le pediste prestado el coche y que en lugar de pedirte un favor nuevo, te cobrara ese tan antiguo? O visto al revés… que quisieras hoy hacer una llamada para cobrarte un favor que hiciste a alguien hace seis o siete años. Podría funcionar, pero como dije, dependerá del nivel del favor y del nivel de honor y sentido de la responsabilidad del otro; cuando la persona carece del sentido del honor, no es necesario que pasen años para que olvide quien le tendió la mano un día También es bueno contemplar que si se trata de favores más bien “políticos” o en el contexto profesional, muchas veces las personas después de un tiempo ya no ostentan el mismo cargo que hace años y como puede haber subido de nivel, como pudo haber sido destituido de su cargo y haber quedado sin la misma posibilidad de ayudar que antes tenía. Si tienes un contacto que ocupa un cargo y que te debe una, es mejor llamarlo para asegurarse que sigue trabajando ahí y de paso saludarlo y preguntarle por la familia, antes que pedirle o cobrarle algo.
No todo es gratitud: algunas personas odian el sentimiento de deuda hacia alguien, ya sea porque son demasiado orgullosos para aceptar que gracias a alguien ahora se encuentran mejor que antes, o bien por su bajo sentido del honor y responsabilidad, o porque finalmente la amistad no era tan grande, en fin, las causas pueden ser infinitas. En una ocasión, a un compañero de mi anterior trabajo en una oficina, le presté dinero porque tardaron en pagarle su primer cheque. En su momento, me lo agradeció con todo su corazón, pues realmente se trataba de una emergencia y en sus ojos vi la intención sincera de devolverlo, pero después de un tiempo recibió su primer cheque con el sueldo retroactivo de todo lo que le debían, sin embargo, lejos de pagarme, comenzó a evadirme aún antes de cobrarle siquiera. Al final notaba en él una sensación de molestia que no se parecía para nada a aquella ocasión en la que me pidió el préstamo cuando se encontraba en necesidad. Es una realidad que nuestra conducta es una cuando necesitamos de las personas y que puede cambiar cuando la necesidad ha sido satisfecha. En este caso no se trataba de una cantidad que yo estuviera dispuesto a perder fácilmente o solo a nombre de la amistad que ni siquiera había, pues sólo éramos compañeros de trabajo, por lo que no dudé en hacer valer mi derecho de recibir mi dinero de vuelta y más en la medida en que yo percibía su evasión. Finalmente tuvo que aguantar su incomodidad y devolver lo que no era suyo. Pero este es un caso que a todos nos ha ocurrido en algún punto y desde ambos lados de la moneda y es que cuando se trata de dinero, la cosa cambia. Hay de favores a favores y algunos de ustedes pensarán hasta en favores sexuales (este si que es todo un tema aparte), pero aún por encima de ellos, el dinero tiene características muy particulares que suelen cambiar a las personas. El sentimiento de gratitud se puede convertir en molestia con el paso del tiempo o después de haber cubierto sus necesidades.
Sin caer en el abuso, al saber administrar o gestionar bien los favores, se pueden lograr muchos beneficios a nivel profesional y personal. Sigo sosteniendo que lo mejor es asumir una conducta responsable y respetuosa hacia las personas y seguir una orientación hacia el voluntariado y el altruismo. Si bien existe un mundo en el que hay personas que incluso cuando no cuentan con recursos económicos, son muy hábiles para generar poder a partir de ser bastante serviciales, e intencionalmente muy eficientes al hacer favores pero con la esèctativa de generar en tí una deuda (no en dinero, sino moral y afectiva), también es una condición y una actividad nuestra como especie y por ello conviene reflexionar al respecto y ampliar la visión que se tiene respecto a ello. Muchas personas no han comprendido o desconocen el poder que tiene esta actividad, en tanto que otros la han comprendido tan bien, que de la nada han crecido a pasos agigantados en lo personal y en lo profesional, a veces con intenciones que no comprendemos, hasta que hemos sido partícipes de ello. A veces uno lo aprende a partir de haber sido expuesto a experiencias similares. Cuando no se tienen los recursos, pero se tiene una actitud de servicio y habilidad para relacionarse con las personas, es posible llegar más lejos y a veces los favores son una herramienta excelente para alcanzar los objetivos, sin embargo, también creo que existe algo que unos llaman karma, así como existe el altruismo y el voluntariado. Creo que finalmente hay que saber y estar conscientes del mundo en el que vivimos y de que también hace mucha falta en estos tiempos mirar a nuestro lado y percatarnos de que hay favores que no son negociables y que son para personas que de verdad lo requieren. No olvides esas ocasiones en las que al recibir un favor, pareciera que hubieran sacado tu cabeza del agua para que tomaras una bocanada de aire como si fuera aquel respiro que te devuelve la vida cuando nadie te tendió una mano. Es una balanza delicada en la que no siempre se trata de obtener algo a cambio, pero tampoco se trata siempre de dar y dar y encontrarte solo(a) cuando más lo necesitas y recibir la espalda de las mismas personas a las que has ayudado. El mejor equilibrio es el que encuentres para tu propia vida y ningún extremo es malo. Ocasionalmente podrás recibir muchos beneficios que también podrás extender a tu familia, a tu equipo de trabajo o personas que realmente lo necesitan como esas personas influyentes que saben atraer donativos para causas y que quizá adquieren deudas con los políticos que dan dinero a casas hogar, pero que vale la pena por quienes están luchando. Los casos en los que los favores y la negociación y su gestión tienen momentos cruciales y privilegiados son mucho más de los que imaginamos. Para algunos lectores esto puede ser un concepto que ya conocían a profundidad, en tanto para otros podría ser un concepto en el que jamás habían pensado de la misma manera y al que ahora podrían decidir otorgar más atención.
Por último, quisiera agradecerles por leer las tres partes de este Especial por haber alcanzado a los primeros cinco mil lectores de este blog. Para mi es una gran satisfacción personal y una gran fuente de aprendizaje, ya que he recibido comentarios de acuerdo y desacuerdo, pero siempre de los que se aprende una forma nueva de pensar.
Muchas gracias a cada uno de los lectores y lectoras.
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