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viernes, 15 de septiembre de 2017

Los bigotes del Tigre (Una leyenda que cambiará tu vida)

Al Jaguar

Los bigotes del Tigre




Hace mucho tiempo, un matrimonio en Corea vivía una vida tranquila y en armonía. Eran un matrimonio cariñoso y muy unido: el esposo era atento y solía estar al pendiente de las necesidades del hogar y de su pareja y a su vez la mujer se dedicaba a procurar a su marido y su hogar. Eran un matrimonio humilde y vivían en una comunidad pequeña y tranquila.


Un día, el marido fue llamado a la guerra, por lo que tuvo que ausentarse de su hogar furante mucho tiempo. Después de un par de años, la esposa comenzó a hacerse a la idea de que su marido había fallecido en combate y poco a poco perdió las esperanzas de volver a verlo. La pareja nunca tuvo hijos y la mujer permaneció sola.
Una mañana y de forma inesperada, el marido tocó a las puertas de se hugar. La mujer abrió la puerta de su humilde casa y al mirarlo se le llenaron los ojos de lágrimas de felicidad, pero también de tristeza al mirar a su marido tan delgado y con un semblante de quien ha visto las atrocidades de una guerra.


La mujer lo recibió cálidamente, le preparó un baño y una cena de bienvenida. El hombre parecía tener la mirada perdida, había perdido aquellos rasgos de bondad que lo caracterizaban y ya no era amable con su esposa. El hombre tomó el baño y se sentó a la mesa sin decir ninguna palabra. La esposa inte taba tímidamente de conversar y ponerlo al tanto de lo que había ocurrido en todos esos años, pero el marido ni siquiera la miraba a los ojos, Durante la cena, el marido apenas probó bocado, se levantó de la mesa y se fué a dormir a otra habitación completamente solo. Al cabo de unos meses, la conducta del marido no mejoraba y su hostilidad era más evidente. La mujer extrañaba a aquel hombre que siempre demostró preocuparse por ella y por los demás, extrañaba aquel hombre de carácter bondadoso y de sonrisa abierta y sincera de mirada noble.
Un día, la mujer se dirigió con el brujo que vivía en las afueras del pueblo cerca de las montañas en el bosque. La mujer le contó al brujo lo que le ocurría a su marido y le pidió ayuda para que, mediante algún hechizo o posión, pudoera liberar a su marido de los recuerdos dolorosos de la guerra.


El brujo le dijo a la mujer que existía una fórmula para recuperar a su marido, pero para ello era indispensable que le llevara los bigotes de un tigre vivo cortados por la propia mano de la mujer.
Al oir esto, la mujer sentía que su corazón se desprendía de su pecho; no tenía la menor idea de cómo lograr tal hazaña sin perder la vida ante el poder del tigre. El brujo le dijo que esa era la única forma en que podría ayudarla con la fórmula para curar a su marido.

La mujer estaba tan enamorada de su esposo y estaba tan feliz por haberlo recibido nuevamente en casa cuando ya lo daba por muerto en la guerra, que decidió hacer todo lo que estuviera en sus manos para poder llevarle al brujo lo que le pedía.
Una mañana, muy temprano, la mujer se dirigió a las montañas donde vivía un tigre que no era joven, sino maduro, en una edad plena de agilidad y fuerza. La mujer no tendría ninguna oportunidad ante un depredador de tal magnitud y fuerza. Caminando por la orilla del río, la mujer vió al tigre desde una distancia más que prudente, al mirarlo sobre una roca, descansabdo, se detuvo y no pudo más que observarlo. El tigre repe tinamente volteó a ver a la mujer y sus ojos hicieron contacto. La mujer estaba petrificada ante la profundidad de la mirada de ese imponente depredador, al reaccionar ella se alejó y regresó a su casa.


Al día siguiente la mujer regresó al mismo punto y encontró nuevamente al tigre que descansaba en la roca. Ella estaba atemorizada y sólo el amor que sentía por su marido la hacía permanecer ahí. Cuando el tigre la muró directo a los ojos, ella estuvo a punto de quedar nuevamente congelada ante esa poderosa mirada, pero en cambio levantó lentamente sus brazosy y le mostro desde la distancia al tigre lo que llevaba: era un gran pedazo de carne, lo colocó lentamente en el suelo a orillas del río, volvió a mirar al tigre en señal de respeto y se marchó.
Al día siguiente la mujer regresó al bosque y encontró al tigre en el mismo lugar; las miradas le causaban un gran impacto, y el miedo a ser atacada la paralizaban por completo, sin embargo ella repetía la misma acción, elevando sus brazos y mostrando al tigre algún suculento bocado para él. 
Poco a poco y al cabo de unos meses, la mujer se acercaba un paso más al tigre, repitiendo el mismo ritual. El tigre poco a poco se acostumbró a su presencia, pero la mujer jamás demostró un exceso de confianza y siempre mostró respeto ante la naturaleza de ese predador tan majestuoso, pero con el paso del tiempo, la mujer pudo acercarse a tan sólo unos metros de ese enorme tigre. Un día, al llegar a la piedra, el tigre se acercó lentamente a ella; la mujer apenas pudo moverse al ver el tamaño de ese animal y al mirar sus garras y sus colmillos. Con mucho cuidado ella le ofreció el bocado habitual de carne y mientras él comía, ella puso suavemente su mano sobre la cabeza del tigre y comenzó a acariciarlo muy lentamente. El tigre mostraba sus enormes col.illos, pues no estaba acostumbrado a ese contacto, pero seguía comiendo lo que la mujer le había llevado. Así pasó una semana más y el tigre poco a poco mostraba menos resistencia a la mano de la mujer que poco a poco se acercaba a los bigotes mientras lo acariciaba.



Una mañana, mientras acariciaba al tigre, decidió que ese sería el momento de arriesgar su vida para arrancar con sus propias manos algunos de los bigotes del tigre, quien sin duda iba a sentir un poco de dolor. La mujer tomo suabemente un puño con tres o cuatro bugotes y se preparó para desprenderlos de un solo tirón del hocico del tigre. De un solo movimiento y con gran fuerza tiró de ellos y los arrancó... El animal se levantó y mostró todos sus colmillos en señal de dolor, pero sacudió su cabeza y siguió comiendo.
La mujer sentía que su alma se desprendía de su cuerpo al tirar de aquellos largos y hermosos bigotes de tigre y al ver que el animal no tenía intenciones de quitarle la vida, sintió que su alma volvía a su cuerpo.


Una vez con los bigotes en la mano, corrió con el brujo para entregarle lo que le había pedido. Al llegar con él, le mostró los bigotes y le contó lo que había hecho para conseguirlos. Finalmente la mujer había llevado el ingrediente más importante para que el brujo preparara la fórmula que pusiera fin al sufrimie to de la señora y el de su marido, quien había sufrido toda clase de tormentos durante la guerra.La mujer entregó al brujo, uno a uno, los cuatro bigotes del tigre y esperó a que éste preparara la fórmula.
El brujo tomó los bigotes y al calor de una vela le prendió fuego a cada uno de ellos ante la mirada incierta de la mujer y después se dirigió hacia ella y le dijo: *así como has sido paciente con un animal salvaje, un depredador ante el que no tendrías ninguna oportunidad, así como has ganado la co fianza de un tigre, con dedicación, con paciencia, constancia, delicadeza y respeto, así mismo debes ser paciente con tu marido, quien no es un animal salvaje e irracional, sino sólo un hombre que por alguna razón ha perdido la alegría en su corazón y que con paciencia, dedicación, amor y respeto, puede recuperarse*


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