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sábado, 4 de noviembre de 2017

Los diez mil blanquillos del Sabio. Como lograr que las personas contribuyan a tus objetivos

Al Jaguar



Los Diez mil Blanquillos del Sabio

A las personas no les gusta seguir las ideas de los demás, pero entonces ¿cómo lograr que contribuyan a tus objetivos?


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Un día le pregunté a mi padre por qué a pesar de tener buenas ideas, incluso ideas que nos beneficiaba a todos, no lograba que las personas me siguieran a concretarlas; no me explicaba cómo era que una persona pudiera rechazar algo que sin lugar a dudas le convenía. Por si fuera poco, a veces me encontraba con personas que sin tanto esfuerzo lograban conectar con las personas y motivarlas a la acción. Las personas terminan apropiándose de las ideas y proyectos de los emprendedores y trabajaban contentos en ello. Yo no sentía que esas personas influyentes fueran más inteligentes o más capaces que yo, al menos no de forma categórica, por lo que el asombro crecía cada vez.


Mi padre me habló un poco sobre la forma en que las personas pueden relacionarse y lograr una conexión importante con aquellos a quienes se quiere involucrar en un proyecto determinado y me explicó:

"Hay personas que agradan y por lo tanto persuaden y personas que ayudan y por lo tanto persuaden persuaden, por lo que es natural que personas que agradan a la vista y personas que propician beneficios a otros tengan la capacidad de influir en los demás, pero, hijo,  te sugiero que observes con atención un hecho que es tan simple como importante: influir en los demás no debe significar un malestar para nadie y mucho menos para aquellos a quienes buscas persuadir. Tener un talento natural para persuadir no debe llevar a nadie a convencer para perjudicar a nadie, como por ejemplo persuadir para beber un veneno.


Puedes emplear tu apariencia agradable a los otros, pero un día puedes perder tu apariencia o puedes resultar agradable ante un tipo de público y ante otro no, asimismo puedes otorgar un beneficio a un sector y provocar una pérdida a otro".


Así mi padre habló amablemente conmigo y finalmente me dijo:


"Hay otras formas de generar interés en los demás y se resume en la siguiente frase:


*A las personas no les agrada seguir las ideas de los demás, pero gustan mucho de vivir bajo sus propias ideas*"


Yo no entendía bien el sentido de esas palabras, porque justamente me acerqué a mi padre para saber cómo hacer que las personas sigan mis ideas y no las suyas, pero no me malentiendas, me refiero a ideas y proyectos que según yo, van a traer bienestar a ellos y también a mi. Mi padre se dio cuenta de que esa frase no era del todo clara para mi y prosiguió:


"Hijo… a las personas no les gustará seguir tus ideas, ni las ideas de nadie más por muy buenas que sean… una persona que sigue las ideas de otros no es sino un empleado y como ya podrás imaginar, la mayoría de empleados no son felices y ven el trabajo como eso, como un trabajo. Y es de ahí que lo más importante para ellos es la paga o el salario".


Ya entendía un poco más sobre el hecho de que las personas no desean seguir los ideales de los demás y que de ahí la negociación por medio de la ganancia de transformaba en un instrumento tan poderoso… también me quedaba claro que el agrado y el carisma personal podría tener efectos en un público en tanto que en otro no, sin mencionar el hecho de que el agrado visual un día podría desaparecer.


Entiendo, papá todo ello, pero entonces ¿qué puedo hacer?


Mi papá me sonrió un instante y luego me contó una historia:


"Hace tiempo, un sabio, que era también un hombre justo, le dijo a su hijo que el invierno estaba cerca y que deseaba ayudar a los más necesitados con algo de alimento para que pudieran resistir el frío… su hijo le preguntó cómo podrían ayudar a tanta gente, si ellos mismos eran pobres y también debían superar el invierno. El sabio le respondió que debían obtener diez mil banquillos (huevos) suficientes para alimentar a todos, al menos durante los momentos más crudos del invierno.


El hijo encontró muy difícil esa tarea, sin embargo era obediente de todo lo que su sabio padre le recomendaba. Al día siguiente, el joven hijo se dirigió a la primera granja y habló con el dueño del lugar, explica do le que su padre y él tenían la in te con de reunir diez mil huevos para ayudar a las personas mas necesitadas durante el invierno. El dueño de la granja y todas las personas de los alrededores conocían al sabio y lo admiraban y respetaban, pues sabían muy bien que era un hombre justo. Nadie dudaba de él, ni de sus intenciones de ayudar a los demás, sin embargo, el granjero le dijo al muchacho que no podía ayudarlo con esa cantidad, sin embargo le dio cinco banquillos y le mandó Saludos al sabio.


El joven caminó apresurado a la siguiente granja y al explicar lo mismo, el granjero le dio tres blanquillos y ma don vio sus Saludos al sabio.


El joven, un poco afligido, regreso con su padre el sabio y le dijo que no podrían lograr reunir tal cantidad de comida, incluso si los granjeros aportaran diez huevos, tendrían que visitar mil granjas y no existía tal cantidad de ellas en toda la región.


El padre sabio le pidió a su hijo que fuera a la siguiente granja y que le explicara al dueño granjero sobre su intención de ayudar a los necesitados durante el invierno y que luego le pidiera como ayuda un sólo huevo.


El hijo exclamó y le dijo que ya era imposible encontrar mil granjas en las que cada granjero aportará diez huevos, que sería imposible encontrar diez mil granjas en las que cada uno aportara un sólo huevo; y aún si existieran ¿cuanto tiempo demorarían en recolectar los diez mil banquillos? El sabio con un gesto amoroso le pidió que hiciera caso de sus palabras y el hijo, aunque estaba desconcertado, obedeció a su padre.


Así el joven se dirigió a la tercera granja y al hablar con el dueño granjero le explicó todo tal como se lo pidió su padre: *Señor granjero, mi padre y yo deseamos alimentar a los necesitados durante el invierno y es por eso que pudo de su ayuda y le pido que nos compara uno de los banquillos que produce su granja*


El granjero, quien conocía bien al sabio y sabía que era un hombre justo, estaba sorprendido y exclamó: ¡¿Un sólo huevo?! ¡De ninguna manera! Tú sabes cuánto respeto y aprecio a tu padre, pero recolectando un sólo huevo nunca podrán ayudar a los necesitados. El granjero le pidió al joven que esperara y entró a su granja; al cabo de unos rato, el granjero regresó donde estaba el joven y le dió tres cajas con 360 huevos cada una y le dijo: *Llévale estas cajas a tu padre, dile que es mucho mejor idea si recolecta los banquillos por caja en lugar de uno en uno… y envíame por favor mis Saludos*


El hijo del sabio estaba impresionado y muy contento de ver aquel resultado. Son duda podrían ayudar a todas esas personas necesitadas durante el invierno. Así de la misma forma fue visitando todas las demás granjas y en cada una de ellas obtenía los mismos e incluso mejores resultado.


Luego de contarme es historia, mi padre nuevamente me dijo: *Hijo, a las personas no les gusta seguir las ideas de los demás, pero les agrada verdaderamente seguir las ideas propias


Luego de ello se retiró y me dejó mucho en qué pensar…

Muchas gracias por leer este artículo...

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